El porcentaje de contratos indefinidos a tiempo parcial o fijos discontinuos se sitúa por debajo del 24,7%. El cambio en las reglas de contratación acordado por el Gobierno, la patronal y los sindicatos a finales de 2021 ha tenido un impacto significativo en la estructura de la contratación en España. Los contratos indefinidos han pasado de representar el 10,9% en el primer semestre de 2021 al 43,4% en el mismo periodo de este año. Sin embargo, este dato incluye puestos de muy diversa «calidad» que no han crecido al mismo ritmo con la reforma. Así, mientras los contratos indefinidos ordinarios a jornada completa han aumentado su peso en 2,7 veces desde un modesto 6,9%, el resto lo ha hecho 5,9 veces, partiendo del 4,2%.
Por otro lado, los contratos temporales han disminuido de representar el 88,9% de los contratos en el primer semestre de 2021 al 56,4% en el mismo periodo de este año. Aunque la mejora es evidente, los datos del último año muestran un estancamiento en las tasas de contratación indefinida, que según los datos recopilados hasta junio, se mantienen en niveles muy similares a los del año anterior, independientemente del tipo de jornada.
La mejora en la calidad de la contratación se refleja también en la afiliación y en los datos de la Encuesta de Población Activa, que confirman una caída de casi veinte puntos en la tasa de temporalidad en el sector privado (la norma no se aplica al sector público). No obstante, esta mejora tiene un aspecto negativo: la calidad de los contratos indefinidos.
Los contratos indefinidos a jornada completa representan un 18,8% del total de contratos. Si nos enfocamos en los contratos no temporales, el porcentaje aumenta, pero siguen siendo menos de la mitad, un 43,2%, de los firmados en lo que va del año. Los contratos fijos discontinuos se sitúan en el 33,2% y los contratos a tiempo parcial en un 23,7%.
Aunque estos porcentajes varían considerablemente según el mes del año, se observa un estancamiento en el peso de los contratos indefinidos. Así, los datos registrados a lo largo de 2024 son idénticos a los anotados en los primeros seis meses del año pasado. Esto explica que la proporción de contratos indefinidos siga siendo cuatro de cada diez, aunque cada vez se firmen menos.
La disminución en la contratación es coherente con un escenario en el que hay muchos más empleos indefinidos. Lo sorprendente es que esta disminución en el número de contratos no esté acompañada por un aumento mayor en la proporción de contratos indefinidos, lo que sugiere que los efectos de la reforma han llegado a su límite.
Uno de los temores de los analistas es que la dualidad del mercado laboral entre empleos estables y bien remunerados y empleos precarios y mal pagados no se haya reducido tanto como indican las cifras generales de contratación. Gran parte de esta preocupación se centra en los contratos que no son a jornada completa.
Los principales sospechosos son los contratos fijos discontinuos. Esta categoría siempre ha sido separada en las estadísticas del SEPE de los contratos indefinidos a jornada completa (aunque un trabajador fijo discontinuo pueda trabajar 8 horas diarias) debido a su inestabilidad. Estos empleos están vinculados a actividades temporales, y cuando estas concluyen, el contrato no se extingue, sino que «pasa a la inactividad». En este estado, el trabajador es dado de baja en la Seguridad Social y no recibe salario ni indemnización (a diferencia de un contrato temporal que expira), pero cuenta con una garantía de «llamamiento», lo que mantiene el contrato vigente y evita que el trabajador sea considerado desempleado. Aunque esta modalidad contractual existe desde hace décadas, la reforma ha incentivado su uso, pasando del 1,5% de la contratación total al 14,5%.
No se sabe cuántas veces se envía a estos trabajadores a la inactividad y se les llama de nuevo múltiples veces, ya que solo se contabiliza el contrato inicial. Además, tras la reforma, las empresas de trabajo temporal (ETTs) pueden contratar trabajadores bajo esta modalidad y ponerlos a disposición de sus clientes, lo que contribuye a la rotación.
También están los contratos indefinidos a tiempo parcial, que representan el 10,3% frente al 2,9% antes de la reforma. Aunque su número es menor que el de los fijos discontinuos, muchos expertos, incluyendo los sindicatos, temen que estos contratos puedan dar lugar a abusos en el tiempo de trabajo y, por ello, han adquirido un protagonismo especial en el debate sobre las horas extra no pagadas.
(El Economista, 10-07-2024)
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